Archivo | enero, 2012

El muerto de hambre

21 Ene

El Domingo pasado escuché en las noticias que 50 indígenas se habían suicidado porque no tenían que comer. La historia fue desmentida por los gobernadores de la entidad y alguno que otro colado, pero hasta el momento no se ha podido demostrar que el hecho no ocurrió.

En cambio salió a la luz que existe un grave problema de sequía en la sierra Tarahumara, lo cual ha generado condiciones aún más difíciles para los que ahí habitan.

Si estoy escribiendo del tema es porque de algo me voy a quejar, entonces voy al grano: ¿Cuál es el problema?

El problema es que el gobierno no ha investigado ni resuelto el asunto de la inseguridad en esa zona, las matanzas quedan impunes. El problema es que el gobierno no está ofreciendo las condiciones adecuadas para que estas personas puedan seguir desarrollando las actividades que deseen, y el problema es que la sociedad asocia todo lo indigenista con inútil, y lo promueve.

Era preocupante ver el fanatismo de las personas que escribían en twitter y Facebook para organizar colectas de víveres, no me imagino que les haya interesado conocer las costumbres alimenticias antes de decidir cambiar el mundo con unas bolsas de súper llenas de comidas procesadas, sin embargo lo que pensé fue: “¿Cuántos años van a hacer esto?”, el gobierno ¿tendrá fecha también de cada cuándo van a dar el banderazo para los trailers con comida?

Vamos a suponer que es una medida temporal, ¿quién va a asumir las medidas a largo plazo?, ¿quién debe exigir que se generen otras fuentes de empleo?, ¿quién debe generarlas?

Todo esto nos lleva al punto del paternalismo.

La derecha se queja de que el pueblo todo quiere que le resuelvan, y como respuesta surge una izquierda que todo lo quiere resolver; en México nace una derecha, izquierda y priísmo naco que, con pensiones, becas y ayudas compran el voto y la mentalidad de la gente.

Así que cuando alguien dice “Los indígenas se mueren de hambre por la sequía” a nadie se le ocurre mencionar que lo mismo está ocurriendo en las ciudades, que cada mes mueren personas por falta de oportunidades, que hombres se suicidan por no poder mantener a sus familias, y que muchos niños fallecen porque sus papás no tenían para comprar las medicinas; no se dice porque se oye feo.

Y tampoco se dice porque no son indígenas, y el indio es un tipo de mexicano distinto al que hay que cuidar, alimentar, sostener económicamente y amparar, pero desde lejos porque “no se acostumbrarían a nuestro modo de vida”.

Me parece que aún no hemos podido superar el ambivalismo de nuestra raza, y se maneja la culpa con actitudes de sobreprotección.