Archivo | octubre, 2011

«No Necesita Azúcar»

28 Oct

Existe un serio problema con la alimentación de los Mexicanos, pero no es culpa de los alimentos, sino de los productos que se hacen pasar por ellos.

Vamos a decirlo claro: Las personas están consumiendo una importante cantidad de químicos, grasas y azúcares disfrazados de comidas y bebidas.

Pero hay que decirlo más claro: Las grasas y los endulzantes naturales son absolutamente necesarios para el buen funcionamiento del organismo, eliminarlos o catalogarlos como nocivos puede acarrear graves trastornos a la salud.

No obstante se ha insistido en que lo más conveniente es eliminar las grasas y los carbohidratos como medida para controlar el peso, sin tomar en cuenta que la mayor parte de la gente de cualquier manera no está consumiendo grasas animales o vegetales, sino producto de un proceso de hidrogenación, esto es, sustancias que no se encuentran en esas condiciones en la naturaleza sino que han sido alteradas por el hombre.

Lo mismo ocurre con los azúcares, el aspartame es un ejemplo de ello, pues es un componente químico que proporciona un sabor dulce a quien lo consume pero ningún beneficio nutricional.

Durante décadas se ha cuestionado el uso de aspartame para consumo humano, y desde que yo tengo memoria se han ponderado los supuestos beneficios de los endulzantes artificiales como panacea para los comedores compulsivos, y personas que quieren estar delgadas sin hacer ejercicio alguno y con la posibilidad de “comer todo lo que quieran”.
Incluso he encontrado algunos debates en los que personajes “conocedores” hablan sobre la falta de evidencia de que la vida de antes, más natural, fuera realmente más benéfica, como si la enorme cantidad de personas con obesidad y el cambio en las causas de mortandad de la población mundial (en la que las enfermedades crónicas como la diabetes van a la cabeza) no fueran suficiente evidencia.

Es por eso que me parece de lo más alarmante que TODOS los polvos saborizantes para agua tengan aspartame, especialmente si se toma en cuenta que la mayoría está dirigido a la población infantil.

Uno de los puntos clave en los hábitos alimenticios actuales es el que las personas ya “no tienen tiempo para comer”, lo hacen caminando en la calle, parados en los andenes del metro, o mientras trabajan. Y si eso hacen los adultos con ellos mismos, ¿podemos esperar que traten diferente a sus hijos?
Preparar agua de sobre para beber es una opción que se ve como más moderna, adecuada al estilo de vida corriente, en el que el esfuerzo debe estar enfocado a la comodidad y el placer, incluso por encima de cualquier tipo de desarrollo personal.

Los daños a la salud que se cree ocasiona el consumo de aspartame no se han difundido de manera importante a pesar de su contundencia y severidad. Recuerdo que el periódico El Universal publicó hace como 7 años un estudio científico en el que se notificaba que los endulzantes artificiales tenían un impacto negativo en el organismo ya que se acumulaban al no poder ser procesados como ninguna sustancia conocida, un estudio similar se publicó este año, lo que deja ver que estos episodios son cíclicos: Científicos dicen que es algo serio, un grupo más sale negándolo.
Los experimentos han sido llevado a cabo en ratas, porque a diferencia de las empresas que venden productos endulzados con aspartame, los investigadores no han realizado trabajos con humanos, pero los resultados han registrado problemas que van desde los trastornos intelectuales hasta el cáncer.

Hace más de un año, con la firme intención de hacer esta entrada, compré varios sobres de endulzantes, me faltó el Kool-Aid que también contiene aspartame. Los probé todos y como aún recuerdo cómo sabía el TANG de hace 20 años quiero decir que los polvos actuales son repugnantes. Todos tienen un “no sé qué” que deja una sensación de cosquilleo metálico en la garganta.
No me gusta el agua sola, pero si tengo flojera de hacer agua de sabor prefiero hacer dos litros de té para tomarlos con un chorrito de leche antes que volver a probar uno de esos polvos artificiales.

Sinfonía de la destrucción

27 Oct

Considero que ciertos comportamientos no son naturales a todos los seres humanos, y esto es especialmente claro en niños pequeños o personas con deficiencias mentales y psicológicas.
Es por eso que las personas con síndrome de Down, por ejemplo, son catalogadas como “inocentes” debido a que no desarrollan procesos complejos de intereses y motivaciones, además de que es hasta la edad adulta que las actitudes egoístas o faltas de ética por lo general se asumen como ventajas de sobrevivencia sobre los demás, esto especialmente en sociedades individualistas como la nuestra.

Y por eso es que siempre me incomoda cuando escucho hablar a maestros de lo “salvajes” o “mal” que están los jóvenes, especialmente porque yo convivo con estudiantes adultos que son mucho peores: Tramposos, mentirosos, cínicos y envidiosos.
Los jóvenes dicen “desmadre” “cabrón” y “pinche” cada 20 segundos, pero al menos que tengan un problema de agresividad, es difícil que utilicen su tiempo para planear como fregar al de al lado.

Pero los chavos, al igual que los niños, tienden a realizar gran parte de sus acciones por imitación, ya sea de otros chavos o de lo que ciertos modelos adultos les parecen atractivos.

El “´fenómeno” de los ni-nis es un gran ejemplo, y ayer que tomé la mala decisión de ir a Parque Lindavista me di cuenta de el vacio tan terrible que están experimentando los jóvenes: Sus modelos son de consumo, sus actividades se reducen un esparcimiento sin propósito; el celular, los videojuegos para “probar” en las tiendas, las compras de chatarra hecha en China a precios estratosféricos ($200 pesos por algo que también se vende en las tiendas de $7 pesos).

Sin embargo, hay ciertos eventos que reivindican mucho la imagen de los jóvenes y de toda la especie humana, como el momento en que un hombre experimenta un nivel de plenitud y felicidad tan grande que quiere compartirlo con quienes le rodean, y más aún, que busca incorporar a la experiencia a algún miembro que no enfrenta igualdad de condiciones.
No trabaja para frenar a los demás ni para que no se saturen de la ocasión, se esfuerza por compartir ese instante en la cúspide, y a aquél que tal vez no soñó con llegar tal alto lo toma con sus propias manos y le corona como miembro honorario del crowd-surfing ante la curiosidad de los camarógrafos ahí presentes.

+k palabras

Esto es por lo que el animal racional demuestra esa fuerza que tradicionalmente se ha asociado con la superioridad del hombre: Ser capaz de trascender más allá de sí mismo.