Existe un serio problema con la alimentación de los Mexicanos, pero no es culpa de los alimentos, sino de los productos que se hacen pasar por ellos.
Vamos a decirlo claro: Las personas están consumiendo una importante cantidad de químicos, grasas y azúcares disfrazados de comidas y bebidas.
Pero hay que decirlo más claro: Las grasas y los endulzantes naturales son absolutamente necesarios para el buen funcionamiento del organismo, eliminarlos o catalogarlos como nocivos puede acarrear graves trastornos a la salud.
No obstante se ha insistido en que lo más conveniente es eliminar las grasas y los carbohidratos como medida para controlar el peso, sin tomar en cuenta que la mayor parte de la gente de cualquier manera no está consumiendo grasas animales o vegetales, sino producto de un proceso de hidrogenación, esto es, sustancias que no se encuentran en esas condiciones en la naturaleza sino que han sido alteradas por el hombre.
Lo mismo ocurre con los azúcares, el aspartame es un ejemplo de ello, pues es un componente químico que proporciona un sabor dulce a quien lo consume pero ningún beneficio nutricional.
Durante décadas se ha cuestionado el uso de aspartame para consumo humano, y desde que yo tengo memoria se han ponderado los supuestos beneficios de los endulzantes artificiales como panacea para los comedores compulsivos, y personas que quieren estar delgadas sin hacer ejercicio alguno y con la posibilidad de “comer todo lo que quieran”.
Incluso he encontrado algunos debates en los que personajes “conocedores” hablan sobre la falta de evidencia de que la vida de antes, más natural, fuera realmente más benéfica, como si la enorme cantidad de personas con obesidad y el cambio en las causas de mortandad de la población mundial (en la que las enfermedades crónicas como la diabetes van a la cabeza) no fueran suficiente evidencia.
Es por eso que me parece de lo más alarmante que TODOS los polvos saborizantes para agua tengan aspartame, especialmente si se toma en cuenta que la mayoría está dirigido a la población infantil.
Uno de los puntos clave en los hábitos alimenticios actuales es el que las personas ya “no tienen tiempo para comer”, lo hacen caminando en la calle, parados en los andenes del metro, o mientras trabajan. Y si eso hacen los adultos con ellos mismos, ¿podemos esperar que traten diferente a sus hijos?
Preparar agua de sobre para beber es una opción que se ve como más moderna, adecuada al estilo de vida corriente, en el que el esfuerzo debe estar enfocado a la comodidad y el placer, incluso por encima de cualquier tipo de desarrollo personal.
Los daños a la salud que se cree ocasiona el consumo de aspartame no se han difundido de manera importante a pesar de su contundencia y severidad. Recuerdo que el periódico El Universal publicó hace como 7 años un estudio científico en el que se notificaba que los endulzantes artificiales tenían un impacto negativo en el organismo ya que se acumulaban al no poder ser procesados como ninguna sustancia conocida, un estudio similar se publicó este año, lo que deja ver que estos episodios son cíclicos: Científicos dicen que es algo serio, un grupo más sale negándolo.
Los experimentos han sido llevado a cabo en ratas, porque a diferencia de las empresas que venden productos endulzados con aspartame, los investigadores no han realizado trabajos con humanos, pero los resultados han registrado problemas que van desde los trastornos intelectuales hasta el cáncer.
Hace más de un año, con la firme intención de hacer esta entrada, compré varios sobres de endulzantes, me faltó el Kool-Aid que también contiene aspartame. Los probé todos y como aún recuerdo cómo sabía el TANG de hace 20 años quiero decir que los polvos actuales son repugnantes. Todos tienen un “no sé qué” que deja una sensación de cosquilleo metálico en la garganta.
No me gusta el agua sola, pero si tengo flojera de hacer agua de sabor prefiero hacer dos litros de té para tomarlos con un chorrito de leche antes que volver a probar uno de esos polvos artificiales.